sábado, 8 de junio de 2019

Impune y sin condena, el final de un nazi en la más mísera soledad.


Eduard Roschmann, alias Federico Wegener, vivió en Argentina y murió en Paraguay después de una larga fuga por itinerarios transoceánicos y ayuda diplomática por intereses de varios países sudamericanos. Hasta hoy se siguen citando a poderosos y ruines asesinos nazis que terminada la confrontación de la segunda guerra mundial huyeron a tierras americanas como ratas a tal punto de parecer que nada malo han hecho y estuvieran limpios de cualquier acusación, olvidando por completo los crímenes de lesa humanidad que han cometido en los tiempos del tercer Reich con el holocausto nazi.
Con el libro de Juan Calcena Ramírez, -Un nazi en el sur "El carnicero de Riga en Paraguay"-  se puede entender y conocer la asombrosa historia del criminal nazi que acabó bajo el bisturí de estudiantes de medicina paraguayos en la simplicidad del hospital de clínicas de Asunción, por lo que se da paso a una investigación sobre el criminal de guerra nazi Eduard Johann Roschmann (Graz, Imperio Austrohúngaro 1908 – Asunción, Paraguay 1977), comandante del gueto de Riga, en Letonia, entre 1943 y 1944. Roschmann es conocido por el alias de “Carnicero de Riga″ ya que en torno a él se tejieron varias conjeturas sobre cómo ascendió al poder y como escapó desde Europa a América del Sur en 1948 para asentarse en Argentina, Brasil y en Paraguay, donde murió en agosto de 1977.
De acuerdo a lo mencionado por el presentador de este libro quién también tuvo que hacer el prólogo de este material bastante interesante
Alcibíades González Delvalle, prelude: “se trata de un criminal que tuvo en sus manos la vida de miles de mujeres, varones y niños. Era un todopoderoso del horror a quien le esperaba la muerte en una humilde pensión asuncena en la soledad más absoluta”.
Además con esta obra se podrá aclarar y entender cómo escapaban los nazis desde Europa, usando varios caminos transoceánicos y blindajes diplomáticos que pocos se animaron a documentar en ese entonces por la relación especial en la que se encontraban las instituciones internacionales de ayuda.
Acusado de matar a 30.000 judíos, Eduard Roschmann llegó en julio de 1977, huyendo con identidad falsa. No obtuvo la protección de los nazis paraguayos. Se puede citar además a otros nazis que pisaron suelo guaraní en constate huida de la justicia tras la culminación de la segunda guerra mundial en los últimos días de la Alemania nazi, por los terribles atentados contra la vida de más de 160.000 personas judías en lo que en su momento fueron los campos de exterminio y concentración nazi para la purificación de la raza ária, personas como Joseph Mengele alias "El Ángel de la Muerte"; Adolf Heichmann quien tuvo un rol clave en la "Solución Final" para el exterminio de los judíos europeos hasta el mismo Eduard Roschmann en quien fue inspirado este material bibliográfico.
Eduard Roschmann, nacido en el viejo imperio Austro-Húngaro y conocido como el "carnicero de Riga", fue el responsable de numerosos crímenes en el gueto judío de la capital letona. Su nombre se hizo conocido mundialmente por la famosa novela Odessa, de Frederick Forsyth, historia que también fue llevada al cine en 1974.
Roschmann fue detenido en el final de la guerra, pero logró escapar de sus captores británicos en Dachau, en 1948. Ese año, ayudado por el obispo austríaco Alois Hudal, religioso que vivía en Italia y que fue una pieza clave para facilitar el escape de nazis hacia Sudamérica, Roschmann consiguió también su pasaporte de la Cruz Roja con visado argentino, a nombre de Federico Wegener. El "carnicero de Riga" hizo el mismo viaje que muchos de los nazis en fuga: de Génova a Buenos Aires. Vivió sin problemas en Argentina, hasta que a mediados de los 70, sabiendo que podía ser detenido por la insistencia de Alemania en pedir su extradición para que rinda cuenta de sus crímenes, huyó a Paraguay dónde pasó sus últimos días.
Con un poco de análisis se puede tal vez justificar lo injustificable o excusar lo inexcusable desde ideas nacionalsocialistas, pero aun así el odio que iban teniendo los alemanes hacia los judíos no era para llegar a un holocausto que prácticamente diezmo esta raza en época del tercer reino alemán entre los márgenes del estado nazi y sus marcos de acción, se desarrolló una política de marginación, persecución y exterminio del pueblo judío. El proceso de la destrucción de los judíos fue gradual, desde esta perspectiva, aunque no existió un plan detallado que fijara tiempos y controlara cada movimiento por adelantado, las prácticas y dinámicas del ordenamiento estatal se conjuntaron y armonizaron con los objetivos ideológicos del régimen, tal como fueron expresados por su líder. De allí que se dio a la luz de la compleja dinámica de la burocratización de sus instituciones, definida como una “radicalización acumulativa”, producto precisamente de las rivalidades y pugnas entre las unidades políticas del sistema. De este modo, en la década de los años 30, el asesinato estuvo ausente como política estatal no solo por el peso de la opinión pública, sino también por la falta de integración al interior del régimen nazi y la carencia de una política antijudía centralizada. Sin embargo, durante esa época se aplicaron otro tipo de medidas contra la población judía tales como el boicot a negocios judíos, el empobrecimiento a través de la confiscación de propiedades; la restricción de libertades civiles y oportunidades profesionales, la creación de un clima social antijudío, la promulgación de una legislación antijudía -que alcanzó su expresión máxima con las leyes de Núremberg en 1935- y el aliento a la emigración. De esta forma, fueron marginados, discriminados, segregados y excluidos de la sociedad alemana y de la protección de la ley, creándose poderosas fronteras que los separaban del resto de la población. Las políticas restrictivas a dicha inmigración por parte de los países que pudieron acogerlos, redujeron progresivamente las posibilidades de encontrar refugio cuando el exterminio se perfiló como proyecto y práctica.
Para culminar se puede mencionar que aún es -al menos para mí-  inimaginable el hecho de que pudo un poderoso asesino nazi terminar en el olvido por parte de sus propios compinches al llegar a tal grado de desidia muriendo en Paraguay en absoluta soledad, aparte de eso tampoco se puede entender el comportamiento de este genocida que tras muchos años de haber estado en el apogeo de su función asesinando gente inocente en el gueto de Riga pudo vivir con la conciencia tranquila luego de estos hechos cuando para algunos tuvo que haber muerto de la manera más despiadada en manos del máximo verdugo afectado por los crímenes cometidos por Roschmann "El pueblo Judío" de quienes se rumora haber secuestrado el cadáver de este una vez muerto en Paraguay.




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